Un repaso a las señales sutiles de que estás experimentando problemas de ansiedad.
A la ansiedad le hemos hecho muy mala prensa: en sí misma no es negativa, sino que se trata de una respuesta adaptativa para responder a situaciones que consideramos amenazantes o peligrosas. Si consideramos la gran ventaja evolutiva que esto supone, podríamos decir que gracias a ella estamos aquí.
Y, aunque hoy en día lo más probable es que no nos encontremos con un mamut al cruzar la calle, continúa siendo adaptativa en muchas circunstancias de la vida cotidiana, como resolver problemas de manera rápida y eficaz o elaborar predicciones acerca de situaciones futuras. No obstante, a pesar de tratarse de una reacción que muchas veces es funcional y todos experimentamos, tendemos a hacer de cuenta que «no está allí». En otros casos, intentamos suprimirla con la ilusión de que desaparezca, debido a que sentir ansiedad es una experiencia muy displacentera, tanto fisiológica como psicológicamente.
A primera vista, esta parece una buena estrategia: ¿por qué habríamos de tolerar algo que nos hace sentir mal? Pues bien, este razonamiento tiene dos problemas: primero, si evitamos sentir ansiedad no nos permitiremos permanecer en aquellas situaciones que podrían ser de gran valor significativo para nuestras vidas pero que conllevan una cuota de ansiedad (por ejemplo, acudir a una entrevista de trabajo que nos emociona pero que nos acelera el ritmo cardíaco de sólo pensarlo). El segundo problema, estrechamente ligado al primero, es que, en su lugar, llevamos a cabo conductas con tal de escapar de esa ansiedad, más de las que parecen. Es muy probable que siquiera te hayas dado cuenta de algunas de ellas. Por tal motivo, a continuación arrojaremos luz sobre cómo detectar las señales sutiles de que sufres ansiedad y cuáles podrían ser algunas de ellas.
¿Cómo detectar las señales sutiles de la ansiedad?
Como bien decíamos, cada uno de nosotros experimenta ansiedad, aunque las estrategias que ponemos en práctica frente a ella son distintas. Podemos practicar la aceptación de las sensaciones físicas y de los pensamientos incómodos que la ansiedad acarrea para así después tomar una decisión valiosa, o podemos llevar a cabo conductas que eliminen rápidamente la ansiedad (lo cual no está mal, pero en ciertos escenarios puede ser una respuesta inflexible; ya que, como dijimos, lo que consideramos importante podría implicar cierta ansiedad).
Si bien esta lógica puede aplicarse a un abanico de experiencias internas incómodas (por ejemplo, de emociones como la tristeza), cuando se trata de la ansiedad, podríamos ubicar un común denominador entre muchas de ellas: la persecución de la certeza.
Nos aferramos a saber exactamente qué ocurrirá en cada área de nuestras vidas. Lo que resulta paradójico es que mientras más certezas queremos tener respecto a determinada situación con el objetivo de sentirnos menos ansiosos, más aumenta nuestra preocupación al respecto. Persiguiendo esta ilusión, llevamos a cabo conductas de reaseguro cuyo fin último es confirmar que todo está bajo control. Piénsalo, seguro se te ocurren varios ejemplos de tu propia vida. Ahora que sabes cómo detectarlas, veamos cuáles son las acciones sutiles que llevamos a cabo y a las que le subyace la ansiedad.
1. Dificultades para tomar decisiones
Muchas veces hemos oído a alguien quejarse (o incluso nosotros mismos) de lo mucho que les cuesta tomar una decisión. Y es que, en verdad, es lógico que nos cueste. Estamos entrenadísimos en evaluar una infinidad de posibilidades para la resolución de un problema y en ponderar las consecuencias que podrían traernos, resultando en la imaginación de múltiples escenarios en cuestión de segundos. Sin embargo, en determinado momento, el continuar reflexionando deja de ser útil, por lo que sería ideal pasar a la acción. Lo que pasa es que llevar a cabo lo que planeamos suele acarrear ansiedad. Las personas a las que les cuesta demasiado tomar decisiones pueden recurrir a la estrategia de continuar pensando en ellas indefinidamente, algo que podría disfrazarse de una actitud «cautelosa» o «responsable». Sin embargo, permanecer en ese bucle reflexivo suele ser una señal de ansiedad.
2. Puntualidad excesiva
Las personas que son excesivamente puntuales suelen impacientarse cuando alguien llega tarde. Muchas veces argumentan que acatar a los horarios estipulados es una forma de respeto con los demás y consigo mismos, algo con lo cual es muy probable que estemos de acuerdo.
Sin embargo, la puntualidad excesiva puede estar dirigida hacia ejercer cierto control, porque experimentar la ansiedad que conlleva no saber qué pasará en determinada situación —ligada a pensamientos como «la reunión de hoy irá fatal» o «¿y si mi jefe llega antes que yo y llego de la calle hecho un desastre?»— puede ser intolerable. Llegar temprano, en cambio, implica ganar cierta certidumbre al respecto.
3. Revisión de tareas
Otra señal de la ansiedad que puede pasar desapercibida es la revisión innecesaria de algunas tareas. Empleamos esta estrategia porque puede brindarnos una sensación temporal de tranquilidad. Por ejemplo, tirar varias veces de los picaportes de las puertas para corroborar que éstas han quedado bien cerradas o regresar a casa porque creemos que nos hemos dejado algo. Aunque también ocurre de formas más imperceptibles, como cuando releemos un mensaje varias veces antes de enviarlo ya que hacerlo nos produce cierto nerviosismo o sensaciones físicas desagradables.
4. Buscar demasiada información en internet
«No busques en internet tus síntomas» es una advertencia cada vez más extendida. Y con buena razón, ya que esta señal de la ansiedad ilustra muy bien la contracara de estas estrategias. Al buscar información sobre determinado tema médico, con la intención de averiguar qué nos sucede o reasegurarnos que «no tenemos de qué preocuparnos», podemos apaciguar la ansiedad temporalmente. Pero es probable que la ansiedad reaparezca luego (a raíz de alguna conversación o alguna inquietud que nos haya surgido), y revisemos nuevamente; sólo consiguiendo aumentar nuestro nivel de ansiedad.
A medida que más buscamos la certeza, no sólo nos volvemos más intolerantes a la ausencia de ella, sino también aumentan las emociones desagradables que en un principio quisimos eliminar.
5. Otros síntomas de la ansiedad
Por último, debemos mencionar otros síntomas de la ansiedad puesto que es sorprendente cómo, en la práctica, muchas personas se acostumbran a convivir con ellos, resultando casi imperceptibles. Algunos de dichos síntomas incluyen: tener dificultades para concentrarse o conciliar el sueño, sentirse irritables, con la sensación de tener los nervios de punta y los músculos tensos; aunque también puede manifestarse a modo de fatiga o extenuación. Es importante atender a los síntomas físicos, ya que también estos pueden ser indicadores de la ansiedad.
Referencias bibliográficas
- American Psychological Association [APA]. (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5)
- Grupo ACT Argentina (2013). Intolerancia a la incertidumbre y Trastorno de Ansiedad Generalizada. Recuperado de https://grupoact.com.ar/descargas/intolerancia-a-la-incertidumbre-y-trastorno-de-ansiedad-generalizada/
- Hayes, S. (2020) Una mente liberada: La guía esencial de la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Buenos Aires. Editorial Paidós. Pp. 28-54;321-323
Fuente: https://psicologiaymente.com/clinica/senales-sutiles-sufres-ansiedad