Un niño se puede adaptar perfectamente a la separación o divorcio de sus padres sin que ello tenga que significar un trauma psicológico siempre que el comportamiento de sus progenitores y de ambas familias sea el adecuado. Quiero ofreceros una guía sencilla que os pueda ayudar en algunos aspectos como la manera de informar de la separación, impacto según la edad, emociones, papeles de riesgo que les podemos asignar a los niños o cómo comportarnos para una mejor adaptación de ellos a la separación.
1. ¿Qué funciones de la familia promueven el buen desarrollo psicológico de los niños y niñas?
Podríamos atribuir 3 funciones que la familia promueva para el correcto desarrollo psicológico de los niños y niñas:
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Asegurar su supervivencia y sano crecimiento.
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Aportación de un clima de afecto y apoyo incondicionales.
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Dotación de un ambiente que les estimule en su aprendizaje social y moral.
2. ¿Cuáles son los tipos de separación o divorcio?
Según un análisis que recoge Fernández Ros y Godoy Fernández sobre el divorcio entendido en distintos ámbitos, se establecen 5 tipos de separación o divorcio:
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La separación emocional o divorcio psíquico. Es aquel donde poco a poco se va produciendo un distanciamiento emocional con respecto a la pareja. Sienten que la relación está en crisis y la sensación es de vacío emocional. Muchas veces este proceso no es vivido igual por los 2 miembros de la pareja y ocurre que cuando uno ya tiene decidida la separación, el otro todavía no está psicológicamente preparado. Esta situación puede dificultar el transcurso de la separación.
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El divorcio legal. Es el que se establece por ley y se toman medidas que corresponden a la custodia de los hijos, vivienda, pensión económica, régimen de visitas etc.
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El divorcio de comunidad o divorcio social. Es el que tiene que ver con todo el entorno social de la pareja, es decir, familias por ambas partes, amigos, vecinos. En el proceso de divorcio todas estas relaciones deben ser restablecidas y redefinidas.
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El divorcio de propiedad. Es el divorcio con respecto a los bienes materiales, el tener que dividir o desprenderse de algo concreto como una propiedad u objeto valioso económica o sentimentalmente. Aquí entran en juego emociones de rivalidad, de quién gana o pierde y de cómo hacer daño al otro. Los mediadores familiares son la alternativa más válida para conseguir que en esta situación nadie se vea como ganador o perdedor llegando a puntos de acuerdos racionales y en la medida de lo posible amistosos por el bien de los hijos.
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El divorcio en dependencia. Se trata de resolver todas aquellas dependencias establecidas durante la convivencia con el exconyuge. Roles que asumía la expareja como tareas domésticas, gestión económica y educación de los hijos etc. Si no se consigue esta independencia, la persona separada puede optar por volver a casa de los padres depositando en los abuelos las responsabilidades de la educación de los hijos.
3. ¿Qué aspectos fundamentales tenemos que tener en cuenta en el momento de informar a los hijos de la separación?
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Presentar la ruptura como una decisión conjunta.
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Que las explicaciones sean generales, es decir, que no se recurra a dar grandes detalles sobre el por qué de la ruptura.
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Hacer hincapié en que ellos no tienen ninguna culpa sobre la separación de los padres.
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Dejarles claro que es una decisión tomada íntegramente por los padres y que ellos no pueden hacer nada para cambiar la situación.
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Dar información sobre cuál será ahora la situación de ellos, con quién van a vivir y los cambios que afectan a su rutina diaria. De este modo pueden irse preparando psicológicamente para los cambios futuros.
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Es de vital importancia que no se dramatice la situación o se tengan comportamientos victimistas.
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Dejar claro que no existe un padre bueno y otro malo, no hay buenos o malos, por tanto no inducir que el niño se vea obligado a elegir un padre sobre otro.
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Nunca mentir acerca de la realidad de la separación.
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Hay que aclarar al niño que lo que lo que deja de existir es el vínculo de pareja como tal, pero que jamás desaparecerá el vínculo padre hijo.
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Si en algún momento durante el proceso uno u otro ”pierde los papeles”, hay que intentar reconstruir la situación de manera más racional y calmada.
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Favorecer un clima de apertura a la hora de que los hijos expresen lo que sienten y piensan o por el contrario, respetar que quizás de momento no quieran hablar de ello propiciando otros momentos, pero nunca desde la presión.
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Responder a las posibles preguntas de los hijos desde la sensatez y el sentido común.
4. ¿Cuáles son los aspectos más importantes en relación al impacto psicológico en los hijos de la separación parental según la edad?
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De 0 a 3, etapa de vital importancia donde se produce la vinculación afectiva o apego con los progenitores, sobre todo con la madre. Aunque en los divorcios no se dé este tipo de abandono radical, ya que normalmente es la madre la que se ocupa de la custodia de los hijos, en ocasiones existen separaciones turbulentas con repercusiones psicológicas en los bebés de esta índole. Es una etapa donde se dan aprendizajes importantes como el desarrollo psicomotor o el control de esfínteres, aprendizajes que pueden ser alterados por el proceso de separación parental.
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De 3 a 5 es la etapa preescolar y suelen presentar un malestar profundo, nivel alto de ansiedad, miedo a ser abandonados, tendencia a la autoculpa y alto índice de comportamiento regresivo. Alguno de estos niños intentan reemplazar al padre ausente con otra figura familiar, reclamando una mayor atención. Pueden aparecer alteraciones en el juego, mayor agresividad. Otros niños por el contrario se mostrarán más inhibidos. En cuanto a su comprensión del divorcio creen que se trata de una situación temporal, recurren a la fantasía y se ven a sí mismos como responsables de la separación de sus padres.
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De 6 a 8. En esta etapa escolar se da un nivel más moderado de depresión. Hay una notable preocupación por la salida del padre no custodio cuando tiene que dejar el hogar. Sigue existiendo un temor de que los abandone y que sus necesidades queden insatisfechas. Miedo a la desorganización del hogar, añoranza por el padre ausente, problemas de comportamiento (agresividad o inhibición), que pueden ser mostrados tanto en casa como con el padre no custodio. Conflictos de lealtad.
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9 a 12. Corresponde con la etapa de la preadolescencia. La ansiedad que manifiesta a menudo viene acompañada de somatizaciones. Intentan dominarse por medio del juego y la actividad. Las reacciones de agresividad con uno de los progenitores pueden tener tintes más exacerbados al mismo tiempo que la tendencia al mismo tiempo que la tendencia a culpabilizar. Pueden darse alteraciones en la identidad. Si los niños de estas edades son testigos de conductas poco responsables por parte de los padres en cuanto a escarceos amorosos, estos pueden llegar a experimentar una mayor ansiedad relacionado con el aprendizaje sexual produciéndose una mayor actividad sexual (masturbación).
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De 13 a 18 años. Etapa de la adolescencia donde el grupo de iguales toma un papel importante como punto de apoyo. Se encuentran en un periodo de transición y algunos pueden optar por realizar una retirada estratégica, es decir, retardar la entrada en la adolescencia como si no quisieran madurar. Por otro lado están los adolescentes que reaccionan de forma hipermadura, asumiendo roles propios de un adulto, a menudo del padre ausente.
5. ¿Qué estados emocionales más habituales se dan en los niños y niñas?
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Tristeza. Es la respuesta emocional principal de los niños ante la separación de los padres y la consiguiente división familiar. Sus emociones responden a un sentimiento profundo de pérdida ante la idea de una familia que ha cambiado, donde uno de los padres ya no vive en casa y nunca volverá a ser lo de antes.
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Miedo. El contenido de estos miedos dependerá de la edad que tengan los niños al igual que la forma de manifestarlos. Son habituales los miedos concernientes al abandono, a la continuidad de suplir necesidades y a que los padres dejen de quererlos.
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Hiperresponsabilidad. El alejamiento de uno de los progenitores es visto como una amenaza para la familia, por lo que algunos niños reaccionan asumiendo ellos mismos la responsabilidad de proteger su hogar, sus hermanos e incluso al padre custodio.
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Enfado. Reacción ante una realidad que no le gusta y que no puede hacer nada para que cambie. Puede manifestar enfado de diversos modos, desobedeciendo a los padres o profesores, actitudes depresivas, conductas violentas etc.
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Culpa. Surge de la creencia infantil de que ellos son el centro del universo, por ello se ven como la causa o fin de todo lo que ocurre a su alrededor. El niño cuyos padres se divorcian piensa que él ha podido ser la causa de tal desgracia, cree que se hubiera portado mejor, o si hubiera estudiado más, o si no hubiera enfadado a papá, sus padres no se hubieran separado.
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Soledad. Cuando un miembro de la familia deja su lugar, los niños pueden desarbolar grandes sentimientos de soledad. El padre es normalmente quien deja de vivir con ellos, el verlo no es un hecho cotidiano o normal como lo era antes. Esta circunstancia conlleva cambios en la dinámica familiar como es que de ahora en adelante la madre tenga que aumentar la jornada de trabajo pudiendo prestar menos tiempo a la dedicación y atención de sus hijos. Todo ello da como resultado que el niño se encuentre más tiempo solo y desarrolle sentimientos de abandono.
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Regresión. El niño a veces puede reaccionar con conductas regresivas como forma de enfrentarse con la realidad cambiante. Es característico de los niños en edad escolar. Se caracteriza por generar pensamientos y comportamientos correspondientes a etapas evolutivas anteriores como forma de sentirse más seguro y tranquilo
6. ¿Qué papeles de riesgo se le suelen asignar al niño tras el divorcio?
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El hijo “niño”. Es el hijo que tiende a sacar ventaja de la circunstancia de competencia entre los padres y quiere conseguir algo que uno de los progenitores está negando y el otro se lo concede.
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El hijo “adulto”. Es el niño que tras las nuevas circunstancias familiares tras la separación de los padres asume un papel hipermaduro para su edad.
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El hijo “espía”. Ante la falta de comunicación y la actitud de falta de cooperación entre los padres, puede que uno o los dos excónyuges quieran saber del otro a través del niño. Así llegan a interrogar al hijo tras su estancia con el otro progenitor con el fin de sacar información.
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El hijo “dividido”. Es el caso del hijo o hija que tiene que enfrentarse constantemente ante criterios totalmente opuestos entre sus padres.
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El hijo “mensajero”. A veces ocurre que los padres utilizan a sus hijos como mensajeros para acarrear sus mensajes muchas veces cargados de acritud y rabia.
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El hijo “colchón”. Es el hijo que intenta amortiguar el conflicto entre sus padres bien soportando las reprimendas y descalificaciones hacia la pareja sin delatarlo, bien excusando o mintiendo con el fin de apaciguar o minimizar las agresiones verbales que os padres se dirigen entre sí.
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El hijo “confidente”. Hay padres que utilizan a sus hijos como amigos donde descargar confidencias que son poco procedentes y que el niño no está preparado para asimilar.
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El hijo “terapeuta”. Los hijos se ven en cierta medida responsables de ayudarles a superar las circunstancias.
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El hijo “estorbo”. Es más característico de las familias reconstruidas, donde este tipo de niños o niñas se sienten sin su lugar, sobre todo con la llegada de un muevo hermanito.
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El hijo “vengador”. Papel extremo y de gravedad. El niño toma una actitud adultizada y forma partido por uno de los progenitores creando odio por el otro y buscando modos de vengarse y de hacerse daño.
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El hijo víctima del sacrifico de su padre o madre. Mensajes como “lo he sacrificado todo por ti”.
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El hijo ante un conflicto de lealtad. Es una situación donde los padres transmiten a sus hijos que debe ser él quien elija con quien desea vivir.
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El hijo bajo el síndrome de alienación parental. Son niños que viven alienados por el padre custodio y llegan a negar ver o irse con el padre no custodio.
7. ¿Qué actitud positiva tras el divorcio de los padres sería necesario que se dieran?
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Mantener relaciones continuadas con los dos progenitores. Este aspecto debe ser considerado de vital importancia para todos aquellos padres que se separan.
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Minimizar los cambios familiares en el periodo de divorcio. Cuanto más se respete la continuidad en la vida del niño más fácil será su adaptación.
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Transmitir la importancia del otro progenitor.
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Es de gran importancia para la estabilidad emocional del niño que ambos padres y demás personas adultas influyentes en los niños sepan respetar la imagen de ambos padres ante los ojos de ellos.
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Cooperar en la disciplina educativa.
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Evitar el permisivismo y la sobreprotección. Después de la separación puede ocurrir que los padres o madres encuentren dificultades para mantener una disciplina en los hijos.
8. ¿Qué papel primordial tienen los psicólogos en este campo de intervención?
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Dar información tanto a padres como a hijos acerca de la separación y favorecer la comunicación entre ellos con el fin de que los hijos conozcan las expectativas de cada uno de ellos y que el futuro puede ser visto con algo menos de incertidumbre y ansiedad.
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Contribuir a que los hijos puedan entender mejor la separación de sus padres y poder soportar mejor los cambios.
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Reforzar las conductas de autonomía e independencia de los hijos frente al conflicto de sus padres.
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Detectar y disminuir aquellas situaciones de riesgo donde puede darse el síndrome de alienación parental, conflicto de lealtades etc., como formas de utilizar al niño contra el otro progenitor.
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Ayudar a los padres a que puedan desarrollar una actitud mayor de colaboración y flexibilidad ante asuntos concernientes a los hijos, como estancia con el progenitor no custodio.