Las heridas emocionales y frustraciones de nuestra infancia afectan a las relaciones al ser adultos.
Cuando en la vida adulta iniciamos el camino de la socialización secundaria, comenzamos con las relaciones vinculares, compañeros de estudio, jefas/es, parejas, etc. Es ahí donde se manifiestan en gran medida las heridas que no tenemos resueltas, proyectándose como mecanismo de defensa, en el “otro” todo eso sin sanar.
El escenario en este caso será el caos; en ese vínculo culpamos, le reclamamos, pedimos cambios, controlamos y en muchos casos intentamos manipular a la persona que tenemos a nuestro lado. Gran tarea a revisar en la vida adulta.
Heridas emocionales que afectan a la relación de pareja
Desde la historia de nuestros padres y el deseo de formar ellos una familia, ya será asignado nuestro lugar en el mundo, el rol que tenemos designado en la familia y el nombre que nos otorgará identidad.
El nacimiento es atravesar la primera herida: en el útero materno todo era seguro, con protección, oxígeno y alimentación, modificándose las condiciones tras el parto, dando origen a nuestra propia vida.
Se da comienzo a una serie de necesidades que serán cubiertas según la interpretación de lo que ocurre por parte de nuestros padres, y así aprenderemos que, pidiendo algo, alguien nos otorgará lo necesitado.
A medida que crecemos, iremos construyendo nuestra psiquis con todo aquello que se nos fue otorgando, como el sistema de creencias, mandatos, roles, culturas, estímulos o castigos de parte nuestros padres o formadores.
Nuestra primera infancia, que es nuestra vida hasta los 3 o 4 años, será permeable a incorporar estas cuestiones, sin poder a esa edad hacer un replanteo, desconociendo con qué quisiéramos continuar y con que ya no.
El problema comienza a vislumbrarse cuando en el intercambio con los demás pretendemos que ellos cubran las mismas necesidades que cubría nuestra familia primaria. Esto da lugar a ciertas demandas, conflictos, crisis, controles, y culpabilidad proyectada hacia afuera, proyectando en el “otro” aquello que no puedo ver y resolver en mí.
No podemos comprender que ese otro también viene con su historia y no está ahí para solucionar la nuestra, generando en el vínculo una crisis importante.
Problemas de pareja por un choque de roles
En la terapia de pareja se observa con claridad esto. El enojo, la queja, la necesidad, se depositan en quien nos acompaña en la vida; el dedo que acusa se dirige hacia afuera, hacia el otro, no pudiendo generar una pregunta desde lo propio, desde lo profundo de cada uno.
Por eso, en terapia se intenta conocer la historia de cada integrante, más allá del conflicto generado, ya que según esa historia cada uno tendrá una interpretación diferente de la misma situación. Se trata de evaluar a los niños internos asustados y con miedos que salen a escena ante estas crisis.
A medida que vamos tomando consciencia de que quien está exigiendo todo eso no es el adulto, sino el niño sin sanar, se comienza a mirar de frente a las propias heridas, aún con miedos. Se entra así en un terreno que se desconoce, y sólo desde ese lugar se podrá dejar atrás la demanda para intentar establecer un diálogo, una escucha.
El espacio de la pareja tiene como objetivo abandonar el monólogo y poder impulsar un diálogo, a una comunicación asertiva, donde puedo hablar de mí sin demanda, aceptando que quien comparte el camino de mi vida no está allí para resolver mis dolores, ni yo los suyos. Este trabajo de sanar heridas infantiles dará lugar a cambios en las posiciones de cada uno y de la pareja en sí misma, poco a poco se puede ir aprendiendo a detectar cuándo los que salen a escena no son los adultos sino los miedos, y desde esa experiencia, hablarlo entre ambos.
¿Qué es una pareja consciente?
Una pareja consciente es aquella que sabe que las crisis vienen a enseñar algo, vienen a crear nuevos acuerdos entre ambos, con espacios de diálogo, de recepción y de escucha. Con libertad, con individualidad, y proyectando un “nosotros” sin temores. Esto permite plantearse desde qué lugar les gustaría continuar, qué cosas tomarían o no de sus familias primarias, y buscar entre ambos una síntesis de aquello que será el nuevo formato.
Te invito a preguntarte qué modelo de pareja tienes hoy y cuál es el que te gustaría tener. Desearía acompañarte en el camino de la construcción de una pareja, sanando tus heridas infantiles con el fin de que tu compañía al lado de alguien sea de crecimiento amplio y reciprocidad.
Fuente: https://psicologiaymente.com/pareja/heridas-emocionales-influyen-elegir-pareja