Veamos las características de las fobias y los traumas, alteraciones con mucho en común.
¿Qué son las fobias? Estas conforman un tipo de trastorno de ansiedad, el cual se manifiesta como un miedo intenso y extremo ante una situación, animal o sentimiento.
Por lo general este miedo es de naturaleza irracional, pero su intensidad es tal que lleva a las personas a evitar al máximo enfrentarse y relacionarse con el entorno de manera segura.
Clasificando las fobias
Existen muchos tipos de fobias; sin embargo, la ciencia las ha agrupado en dos categorías para comprender su naturaleza.
Las fobias simples o específicas
Se desarrollan en la infancia o en la adolescencia. Su origen radica la mayoría de las veces porque el individuo se enfrenta a una situación extrema, entendiendo sus alcances psíquicos, llevándolo a vivir una situación muy incómoda y desencadenando mecanismos de defensa psíquicos evitativos que llevan al individuo a asumir resistencia y bloqueo radical frente al estímulo inicial y desencadenante de Miedo, Ansiedad o Angustia.
Entre los ejemplos de fobias simples encontramos las fobias hacia los animales, las ambientales que hace referencia a todos esos estímulos que están en el entorno como las alturas, el agua, la profundidad, la oscuridad, los entornos médicos, entre otros. Las fobias corporales se relacionan con ese miedo intenso, irracional y paralizante ante la sangre, los fluidos corporales, las inyecciones. Existe un grupo de fobias sexuales, las cuales manifiestan altos indicadores de ansiedad específicamente ante el desempeño sexual.
Por último, encontramos las fobias situacionales como por ejemplo volar, hablar en público, visitar algunos entornos tipo hospitales y otros lugares que pueden ser muy específicos.
Las fobias complejas
Las fobias complejas tienden a desarrollarse en la edad adulta, causando los mismos efectos paralizantes asociados a la ansiedad extrema contenida en el cuerpo. Las fobias complejas por lo general tienden a tener un efecto mucho más debilitante en la persona que lo padece, generando un impacto importante en su calidad de vida, ya que aleja a la persona de algunos entornos de manera permanente, impactando de manera profunda la salud mental del individuo.
Las más comunes son la fobia social (miedo a la exposición social en mayor o en menor medida) la agorafobia (miedo a los espacios abiertos) la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados).
¿Cómo saber si sufro alguna fobia?
Quien sufre de alguna fobia por lo general tiende a manifestar síntomas asociados a la ansiedad como palpitaciones, sudoración, mareos, mareo intenso, respiración agotada, temblor muscular debilitante, dolor abdominal; entre otros síntomas corporales y síntomas psicológicos como bloqueos. Algunas personas solo expresan los síntomas si se encuentran de frente con el estímulo garante de su fobia, mientras que otras personas con solo pensar en ese estímulo tienden a desencadenar todos los síntomas que subyacen a la ansiedad.
Las causas de las fobias pueden ser muy distintas, incluso pueden no tener ninguna relación. Se han estudiado casos clínicos que demuestran que a nivel genético se cuenta con una predisposición que facilitaría el desarrollo de la enfermedad. El entorno juega un papel muy importante, ya que sabemos que los niños aprenden por modelación.
Por lo tanto, hay fobias aprendidas de manera social, por lo general niños expuestos a padres castigadores y con tendencia al miedo extremo, desarrollan o bien un tipo de personalidad muy parecida a la de sus padres, o en contraposición a esto se revela y se convierte en el opuesto extremo. Cabe resaltar que también se explican de manera aislada a la genética y a la crianza y se relacionan con el entorno. Situaciones extremas que causan trauma pueden desencadenar un estrés post traumático y seguido a esto una fobia.
El estrés postraumático
El estrés postraumático se entiende como una consecuencia desencadenante que se relaciona directamente con una situación o trauma específico vivido por una persona o un grupo de personas. El deterioro de la salud mental hace relación a la manifestación psíquica de cada individuo y a la manera como éste gestione la percepción del trauma en su experiencia de vida y en su realidad, llevándolo o no a hacer ajustes para llegar a una comprensión serena que facilite la gestión del trauma. El estrés postraumático está asociado a personas de todas las edades, pero especialmente se presenta en las mujeres.
Se manifiesta con los siguientes síntomas:
- Re-experimentación del acontecimiento traumático
- Evitación de estímulos relacionados con el trauma
- Embotamiento mental
- Estado de hiperactivación
Todas las personas hemos experimentado el miedo, ya que este fenómeno está asociado a la percepción subjetiva que el sujeto tiene en su propio entorno; sin embargo, ante situaciones extremas donde se pone en riesgo la vida y la integridad, se genera un impacto de alto alcance a nivel psíquico. Las personas que presentan estrés postraumático por lo general presentan los mismos síntomas asociados a la situación desencadenante una y otra vez.
La experiencia se convierte en un ciclo donde el suceso y las emociones asociadas al acontecimiento se presentan una y otra vez y difícilmente cesan si la persona no busca ayuda clínica que le facilite gestionar el universo psíquico, desde la estructura del inconsciente y de la conciencia que le habita para tramitar el trauma.
El trastorno de estrés agudo y el trastorno de estrés postraumático son dos diagnósticos clínicos diferentes, el último se caracteriza por una mayor precipitación y duración de los síntomas en torno al trauma.
Cómo tratarlo
Por lo general, este tipo de problemas requieren de ayuda profesional, desde una mirada clínica, por parte de un especialista que le acompañe en la gestión de los síntomas, identificando los estímulos que desencadenan el malestar psíquico y preparando al individuo para resignificar la percepción que tiene del suceso o los sucesos o traumáticos.
Los síntomas asociados a la ansiedad por lo general vienen acompañados de un modelo terapéutico educativo y cercano, donde se va modificando la percepción del trauma y se usan técnicas de relajación, de respiración consciente, de reestructuración cognitiva… O incluso procesos más complejos como la hipnosis, que han demostrado tener un impacto muy positivo en la vida de las personas que padecen este tipo de diagnósticos.
Es muy importante comprender que el cerebro cuenta con un mecanismo neuroplasticidad, que facilita los procesos de aprendizaje y de reaprendizaje. Los procesos inconscientes, al ser atemporales, permiten que se pueda ingresar nuevas percepciones en torno a una misma situación; por eso se recomienda un acompañamiento orientado a repetir el evento traumático, que permita moldear la percepción en torno a una situación.
Si usted considera que cuenta con alguno de los síntomas descritos, es muy importante que busque ayuda profesional, una persona que le facilite el proceso, y que se permita usted vivir una vida lejos del recuerdo distorsionado asociado al trauma; por más compleja que haya sido la situación, su cerebro está preparado para generar nuevas ideas, percepciones, emociones e historias asociadas al bienestar.
Fuente: https://psicologiaymente.com/clinica/fobias-estres-postraumatico-comprender-malestar