Pasamos muchas horas en el gimnasio, practicando running, comprando material, planteando las mejores tácticas, viendo competiciones deportivas y leyendo sobre cómo mejorar la técnica…pero ¿y la parte mental?
La parte mental es indispensable y existe una especialización de la Psicología que la trabaja, basándose en evidencias científicas.
El entrenamiento mental es fundamental para el rendimiento en cualquier modalidad deportiva que practiquemos dentro de cualquier nivel de exigencia.
Centrándonos en la prevención y la planificación para trabajar a largo plazo, más eficaz que la intervención puntual urgente, podremos mejorar:
- La calidad del entorno personal
- Optimización del proceso de los entrenamientos
- Optimización del rendimiento en las competiciones
- Óptima recuperación a nivel psíquico del deportista lesionado
Psicología del deporte
En deportes de iniciación y de base, la Psicología del Deporte se encarga de proporcionar un clima motivacional positivo, orientando a la competición en términos de beneficio físico y psicológico para los deportistas jóvenes.
Igualmente, es una fuente facilitadora de hábitos de vida saludables y recuperación a incorporar en la rutina deportiva, como también lo es de de aquellas técnicas más importantes a la hora de saber afrontar una prueba y de una recuperación más satisfacoria en periodos de rehabilitación.
Todo este seguimiento contribuye directamente al éxito competitivo posterior.
Entrenar la mente, significa ir más allá de las limitaciones físicas, y de los conocimientos técnicos y tácticos, significa entrenar activamente para saber gestionar y superar cualquier barrera, garantizando el éxito personal del deportista en sus objetivos.
“La formación en la vida requiere de esfuerzo y de un compromiso permanente. Tener excelencia en el campo del deporte y de la actividad física es ser capaz de descubrir y construir el camino que genere la fuerza interna y la armonía para superar los obstáculos que implica optar por esta ruta. Persistir y aceptar el desafío de la formación constante puede ser un placer”
Marcela Herrera Garín (2000)